¿Puede un niño de cinco años crear su propia empresa?
La Madredeprovincias: Tomasito ¿A qué has jugado hoy en el recreo?
El heredero menor: Mamá, hoy no he jugado. He estado contratando y despidiendo en mi empresa
La Madredeprovincias: ¿¿¿CÓMOOOOORRRR???
El heredero menor: Sí, mamá, es que hoy hemos tenido mucho lío porque necesitábamos más trabajadores en la empresa que he montado con mis amigos para organizar los juegos.
La Madredeprovincias: Ay, madredelamorhermoso... creo esta noche en vez de un cuento de TEO te leeré el Expansión...
Este diálogo para besugos entre una madre alucinada y un aspirante a presidente de la CEOE es absolutamente real y tuvo lugar hace ya unos cuantos meses cuando mi heredero menor, el ínclito Tomasito, aún no había cumplido los cinco años.
He esperado un tiempo prudencial para escribir del asunto porque quería ver la evolución del negocio, saber si era una ocurrencia de un día y, por supuesto, asegurarme de que no decidían hacer un ERE o entrar en concurso de acreedores y que al final todo el holding quedara en agua de borrajas como tantas y tantas empresas que se han ido al traste en los últimos años.
Pero no. Casi un año después ahí siguen, creciendo tanto ellos como sus contrataciones y aprovechando los recreos para gestionar la empresa, a pesar de que algún socio hay días que amenaza con abandonar e irse a jugar con la peonza...
Por eso, desde ya, os digo que SÍ: que unos niños de cinco años años pueden crear su propia empresa o, al menos, idearla. Beneficios económicos aún no ha dado pero sí que les ha proporcionado muchas horas de entretenimiento y a las madres de los miembros del Consejo de Administración un buen rato de risas al comentar las jugadas y las cuentas de resultados.
En estos últimos meses hasta le han puesto un nombre, Empresa PEDRIT, cuyo origen y significado no soy capaz de averiguar por más que le pregunto. Claro que casi nadie sabe porqué Zara se llama Zara, ni nos planteamos si Massimo Dutti fue un napolitano de carne y hueso o Berskha una bailarina del Bolshoi. Si Amancio Ortega ha triunfado sin explicarlo Tomasito también puede.
Y ahora viene el meollo de la cuestión: el objeto de la empresa. Como son
Para que nadie se asuste y veáis que al fin y al cabo son niños de cinco años hay que dejar claro que la empresa no deja de ser un juego pero con una mentalidad de organización empresarial y de idea de marca que para sí quisieran muchos negocios de los de verdad.
Además también invierten en I+D y en nuevas tecnologías:
La Madredeprovincias: Con esto de la empresa...¿Siempre jugáis a lo mismo?
El Heredero menor: No, mamá, hay días que me descargo juegos nuevos del ordenador que tengo en el "celebro".
Y es que resulta que el "celebro" o ideólogo del tinglado es mi propio vástago. Aunque eso no quiere decir que sea el jefe. Dice que él es el segundo de abordo y que el jefazo es su amigo Lucas. Lo que viene a ser el binomio inductor-ejecutor. Por lo visto trabajan poco, que para eso son jefes, y el peso del currele se lo llevan los contratados.
Una vez superado el flipping y echadas las risas pertinentes me puse a pensar de qué parte del "celebro" le podía venir este espíritu emprendedor. Hijo de padres asalariados es difícil que haya mamado en casa los conceptos empresariales que intenta poner en práctica. Tampoco ve el telediario ni escucha los mensajes políticos que hablan del emprendimiento como la panacea que nos sacará del marasmo de la crisis.
Pienso que la clave podría estar en la genética heredada de abuelos y bisabuelos comerciantes o tal vez solo sea esa imaginación desbocada que como ya he contado otras veces en este blog le ha llevado desde inventar un lenguaje propio a crear una empresa infantil.
Una imaginación que a mi hijo se le desborda pero que fluye igualmente en la mayoría de los niños. Una creatividad que el sistema educativo español sigue dejando de lado en una apuesta absurda por la homogeneidad del alumnado y el cumplimiento estricto de protocolos.
Creo sinceramente que, salvo honrosas excepciones, padres y educadores estamos dejando de explorar y de desarrollar en estas edades un talento creativo que en un futuro podría ser el principal recurso que tendrían nuestros hijos para enfrentarse a la vida con éxito. Por eso ahora que tanto se nos llena la boca con la palabra "emprendimiento" y que tanta formación se plantea para los adultos en este sentido sería el momento de que se pensara cómo podemos cambiar la forma de educar a los niños pequeños para que cuando cumplan los 18 la aspiración mayoritaria no sea solo la de de ser funcionario (con todo mi respeto a este colectivo).
Mi hijo ha sido capaz de idear una empresa con solo cinco años pero me pregunto si será capaz de hacer lo mismo cuando cumpla los veinticinco. Supongo que si no pierde la imaginación y el espíritu creativo lo tendrá más fácil. Por eso yo sigo alimentando sus delirios.
¿Y vosotros? ¿Tenéis en casa "jóvenes empresarios"? ¿Creéis que en nuestro sistema educativo no se trabaja lo suficiente la creatividad? Me encantaría conocer vuestra opinión.