Vivir sin whatsapp...¡Es posible!


vivir sin whatsapp



Hace dos semanas la pantalla de mi móvil se fundió a negro. Fue algo así como el final de una peli al que sólo faltaba la palabra "THE END"

Ocurrió un sábado por lo que en el aparente desastre encontré una oportunidad.

Dediqué un rato a buscar en el ordenador qué le había podido ocurrir y como el aparato en cuestión seguía en huelga de pantallas caídas, y no encontré comité de empresa con el que negociar, me dediqué al dolce far niente de tocar el papel de los dominicales, leer un libro, hablar con mis hijos y comer con los amigos mirándoles a los ojos en vez de chatear. Y todo eso sin hacer ni una foto que inmortalizara el momento ( y, por supuesto, sin enviarla al grupo de turno).

No. No eché de menos ese dispositivo que durante los últimos cuatro años ha sido como una extremidad más.

Dos días de paz. Dos días en modo analógico sin oír el pip-pip de las notificaciones, sin leer interminables conversaciones sobre los deberes que se ha olvidado fulanito en alguno de los grupos madres del cole (¡¡¡TENGO TRES!!!), los memes absurdos, los vídeos, las discusiones sobre banderas, nacionalismos, los pisos en venta, las interminables ristras de felicitaciones a gente que no sé muy bien quienes son en grupos en los que tampoco sé muy bien que hago...

Pero, claro, llegó el lunes y "había que estar localizada". Odio la expresión. Rescaté un móvil viejo del cajón del padre de provincias y volví a conectarme con el mundo.

¿CONECTARME? NO, exactamente. Resulta que el teléfono es tan viejo que solo se conecta a la wifi de casa por lo que cuando estoy fuera es como si llevara un móvil de los 90. Solo sirve para llamar y ser llamado.

Pero la triste realidad es que YA NADIE LLAMA por lo que ahora voy por la calle no como si llevara en el bolso un ladrillófono de los 90 sino como cuando salía en los 80 con los calentadores y el toque de queda materno como único accesorio. Ilocalizable y ajena a lo que pase en mis múltiples comunidades. Familia, amigos, madres del cole, trabajo, compañeros de running, de padel... No sé nada de ellos pero ellos tampoco saben nada de mi.

He recuperado parte de mi independencia y también ese cosquilleo que sentía antiguamente al llegar a casa y conectar el contestador automático del teléfono fijo modelo góndola. Solo que ahora en vez de escuchar tu voz tiritando en la cinta del contestador me encuentro con más de un centenar de mensajes de whatsapp de los cuales apenas una decena tienen contenido útil o emocionante.

Y es que como dicen los chicos geniales del programa Oregon TV la gente no puede estar sin whatsapp. Desternillante el video que han hecho sobre esta absurda dependencia y que, por supuesto, ya os habrán reenviado a través de alguno de vuestros grupos.



Al problema de solo recibir whatsapps  a través de la wifi de casa hay que añadir que el móvil en cuestión es como una patata por lo que va muuuy lentoooo cuando tratas de escribir. Así que también me he sacudido la angustia por contestar de manera inmediata a los mensajes. Me da igual el doble check azul. Contesto cuando puedo o cuando quiero. A veces ni contesto...

Supongo que habrá quien se haya molestado pero me he dado cuenta de que a través de la dichosa mensajería instantánea llevaba una vida social por encima de mis posibilidades. Si en la vida real no podrías tomarte un café todos los días con cada uno de tus 100 contactos tampoco puedes mantener un chat diario con cada uno de ellos. Bueno, o sí puedes pero a costa de dejar de hacer muchas otras cosas (como dormir, comer o trabajar...)

Se puede vivir sin whatsapp. O al menos subsistir con esta metadona que es tener conexión solo un par de horas al día.

La vida no es un emoticono y no se cae el mundo por no ser activo en la red. Aún no me he quedado sin amigos ni sin trabajo (Igual alguno anda mosqueado...jeje)

En fin, que puede que me haya perdido alguna risa o algún plan pero he recuperado tranquilidad, sueño, paseos mirando el paisaje, conversaciones mirando a los ojos y el sentido de para qué es importante comunicarse.

Por eso, y porque sigo en modo analógico ochentero hasta que me avíe un nuevo smartphone, hoy solo quiero llamarte para decirte que te quiero. 



¿Y tú? ¿Cómo llevas la dependencia del omnipresente whatsapp?


CONVERSATION

2 comentarios:

  1. Hola María!


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    Un saludo y gracias!

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    1. ¡Muchas gracias por pasaros por el blog! He echado un vistazo a vuestra web y me parece muuuy interesante. Respecto al otro asunto os he enviado un correo para que nos pongamos en contacto. Muchas gracias de nuevo y un abrazo

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