Mujeres contra mujeres: Mónica Oriol y la peor forma de machismo


Cuando esta mañana he oído por primera vez (y de refilón) las polémicas declaraciones de la presidenta del Círculo de Empresarios, Mónica Oriol, sólo he pillado la parte en la que decía que prefiere contratar a mujeres mayores de 45 años. Como una ya ha entrado de puntillas en la cuarentena, en ese momento hasta me he alegrado de escuchar a alguien poner valor la experiencia de las profesionales de cierta edad...

¡ERROR! Por una vez (y sin que sirva de precedente) el modo multitarea en el que funcionamos las mujeres en los trabajos (y también en la vida) me ha jugado una mala pasada. Está visto que no se puede escuchar la radio a la vez que se habla por teléfono, se contesta un correo y se miran de reojo los titulares de prensa... 



Un par de horas después he podido leer con más atención lo dicho por esta interfecta sobre que prefiere no contratar a mujeres que no queden embarazadas y que por eso prefiere a las de menos de 25 o o a las de más de 45 ( se ve que no conoce a Ana Rosa Quintana...). Ahí es cuando me he percatado de que lo que valora la Oriol no es nuestra capacidad profesional sino nuestra inminente menopausia. 

Muy sorprendida porque jamás pensé que las Tena Lady pudiesen ser algún día un plus en mi curriculum y también muy dolida por ver, una vez más, a una mujer ejerciendo el peor machismo contra otras mujeres.

Esta generación no lo tenemos fácil. Hay que trabajar dentro y fuera de casa no sólo porque lo deseemos y sea nuestro derecho sino porque en la mayoría de las familias no queda otra y con un único sueldo no se llega. Muchas queremos trabajar y también queremos ser madres ( ni más ni menos que los hombres que quieren trabajar y ser padres). Sabemos que es complicado, que tenemos muchas más barreras que un varón y que con la crisis además de perder el trabajo podemos perder las pocas medidas de conciliación que habíamos logrado. 

Sabemos también que al reincorporarte de una baja maternal hay que aguantar comentarios del tipo:

- Con dos niños ya está bien, ¿no? Supongo que ya no irás a por más... 

- Pues, mira, aún no lo he decidido... 

Pues sí, ese improcedente comentario es real. Me lo hizo un antiguo jefe/jefazo supremo a los pocos meses de nacer mi mediano.Un año y pico después "me decidí" y con dos narices ( y algo de miedo en el cuerpo) tuve al tercero. Afortunadamente, la que entonces era mi jefa directa no hizo suya esa actitud y pudimos negociar baja, un par de meses de excedencia y hasta reducción de jornada cuando me reincorporé. Sin esas medidas me hubiera sido imposible trabajar y criar a tres niños menores de 4 años... y que venga alguien aquí a decirme que no rendí en mi trabajo...  

Después llegaron otras oportunidades laborales que actualmente me exigen una mayor dedicación y ateniéndome a la doctrina de la Oriol ( "El sacrificio para llegar a un puesto directivo tiene un precio: o te casas con un funcionario o tienes un marido al que le encantan los niños") supongo que tendré que dar gracias al cielo porque, aunque no sea funcionario, mi marido adora a nuestros hijos. Toma castaña. Imagino que al suyo también le gustarán mucho los niños porque, por lo visto, tiene seis...Ah, no, ¡Qué tonta! Si ella es rica de cuna y lo que debe tener es un cuerpo de casa que ni en Downton Abbey...

Siempre duelen esos comportamientos (en lo moral y en el bolsillo porque al final se trata de llevar el pan a tu casa y no te dejan) pero aún me parecen más sangrantes cuando se escuchan de boca de una mujer. 

La peor forma de machismo es la que ejercen muchas mujeres. Algunas sueltan perlas como las de esta señora, con el agravante de que tienen la sartén empresarial por el mango por lo que el efecto mortero de su actitud sobre la igualdad de oportunidades laborales es directo. 

Sin embargo, hay otras muchas cuyas actitudes no salen en los grandes titulares pero que hacen un daño mucho más profundo porque su manera de comportarse en la vida va agujereando poco a poco la línea de flotación de la educación en igualdad de los que serán hombres y mujeres mañana. Hacer diferencias entre chicos y chicas a la hora de enseñar las tareas del hogar, reírse del niño que juega con muñecas o desanimar a la niña que quiere formar parte de un equipo de fútbol, dar por hecho que el hogar es el reposo del guerrero pero no de la guerrera o que quien tiene que renunciar a la promoción laboral siempre es la mujer...En fin, tantas y tantas pequeñas cosas que perpetúan el machismo en la educación y endurecen nuestro techo de cristal. Cosas ante las que ciertas mujeres (más jóvenes de lo que os pensáis) no hacen nada y, lo cierto, es que se puede hacer muuucho. ¿A qué estamos esperando? 

Una vez dicho todo esto y puesta a escurrir Doña Mónica sí que tengo que reconocer que entre todas las boutades que ha dicho hay un asunto en el que ha puesto el dedo en la llaga y en el que creo que puede tener algo de razón. Ha contado que las barreras establecidas por la legislación para facilitar la contratación de las mujeres han conseguido un efecto contrario. Es cierto que tanta protección y dificultades a la hora de despedir a una mujer que ha sido madre, si realmente no ha cumplido con su trabajo, pueden desanimar al empresario y eso al final se convierte en un problema: nadie quiere contratar a una madre en potencia.

Pero, a diferencia de lo que propone Oriol (que es eliminar esos mecanismos de protección) yo los mantendría y sugiero que, al igual que las primeras seis semanas de baja maternal son obligatorias para la madre, también fuera de obligado cumplimiento para el padre los 15 días del permiso por paternidad, como ocurre en otros países ( y si es posible ampliarlo, aún mejor). También el padre reciente se debería poder beneficiar de la misma legislación que una madre (despido improcedente durante nueve meses tras la baja maternal, etc). Así es como realmente hombres y mujeres estaríamos en igualdad de condiciones ante el empresario y no se dejaría desprotegidas a las madres. 

En fin, que hasta aquí he llegado por hoy. Después de haberos soltado el mitin y desahogarme os dejo porque tengo que preparar la cena de la tribu. Eso sí, sin olvidarme de dar de nuevo gracias al cielo (o a Doña Mónica) porque al buenpadre le encanten los niños y haya podido recogerlos del entrenamiento de baloncesto mientras que yo le daba a la tecla. Manda güevos...

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