Halloween, castañas, difuntos y la tumba de un romano


Hoy celebramos Jargüin. Sí, he dicho bien, hoy en mi casa es Jargüin. No es Halloween, no es una víspera de Todos los Santos al estilo tradicional ni tampoco representamos el Tenorio. Hoy no es un viernes cualquiera...

Hoy, según nos lleva recordando Tomasito durante toda la semana, es Jargüin, una suerte de sincretismo entre nuestras tradiciones ibéricas y el marketing anglosajón, una simbiosis cañí entre castañas y calabazas...






En años anteriores me rebelaba contra el machaqueo de la televisión, las estanterías de los supermercados llenas de calabazas con ojos, los incisivos vampíricos, las novias cadáver y las capas negras como ala de cuervo. Me resistía al Halloween...hasta que mi hijo chico me ha descubierto el Jargüin.

Pues sí, como la mayor parte de los niños de su edad el bombardeo mediático ha hecho su efecto y ha habido que habilitarle un disfraz de esqueleto. Anda como loco porque esta tarde irá a  una fiesta con baile de muertos y castillo de las tinieblas. Casi ná
 


Pero, además de todo eso, ayer jueves decidió por su propia voluntad acompañarme a mi visita ritual al cementerio. Nunca se me había ocurrido llevarlos pero él mismo se apuntó cuando me oyó hablar con su padre. Cuando acepté que viniera merendó en un pispás ante la atónita mirada de sus hermanos que no entendían qué puede tener de emocionante un tour por el camposanto. Tomás lo tenía clarísimo.

Caminando junto a él y viendo la viveza de sus ojos buscando fantasmas entre los panteones me di cuenta de que para un niño de 5 años no dejaba de ser una aventura más. Algo de nostalgia al ver la lápida de su abuela pero también mucha novelería. Compramos las flores, limpiamos, rezamos y a la salida me espetó:

"Mamá, cuando sea mayor voy a trabajar mucho para comprarme una mansión que tenga un jardín donde haya muchas flores, la tumba de un romano y el templo de un griego".

La vida para él es una Odisea, una Ilíada y una Eneida. Todo a la vez. Y en esta ocasión tan señalada del 31 de octubre además le añadimos un poquito de Allan Poe y otro poco de las Monster High. Él lo absorbe todo y nos invita a disfrutar su peculiar Jargüin. Ayer en el cementerio, hoy con las calabazas y mañana asando castañas.

En estas tierras de provincias son días de camposantos, de honrar a nuestros muertos y recordar su ausencia pero también, en esa tragicomedia que es la vida, es tiempo de blanquear sepulcros, de pelearse por la única escalera que llega a los nichos altos, de asombrarse con los pendientes de oro que le colocan a la estatua del mausoleo más calé y, cómo no, de ponerse morados de buñuelos y de esos maravillosos dulces antropofágicos que son los huesos de santo. Aún siguen saliendo al campo algunas pandillas de adolescentes cargados de castañas y nuestros pueblos todavía celebran los calbotes, el magosto o la chaquetía,

Al final tanto en Michigan como en Malpartida el motivo de la fiesta es el mismo: el cambio de estación y la constatación de esa extrema cercanía entre el mundo de los vivos y el de los muertos...

Hoy bailaremos con brujas y esqueletos pero mañana, 1 de noviembre, le daremos calabazas a Halloween y nos largaremos a asar castañas. Podemos asimilar otras costumbres pero me niego a olvidarme de las propias.

Por cierto, si queréis escuchar algo más sobre cómo celebramos Jargüin o Halloween os dejo el enlace con la tertulia de padres del pasado miércoles en Canal Extremadura Radio. Risas aseguradas y un buen rato.

¿Y vosotros? ¿Cómo celebráis Jargüin?

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